PDER

El Proceso Diocesano de Evangelización y Renovación (PDER) es un camino misionero, sinodal, orgánico y planificado de evangelización comunitaria e integral, que involucra a todos los miembros de la Arquidiócesis (Obispo, presbíteros, diáconos, religiosos(as) y laicos) cuyo fin es la vivencia de la comunión, la participación y la misión.

Un camino que comienza con el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, quien nos llama a seguirlo; que madura en el discipulado, mediante el conocimiento de la fe y el seguimiento del Señor en la Iniciación Cristiana; y, que se hace fecundo en la vivencia de la comunión entre los discípulos y la salida misionera, aquí, allí y allá.

Pasos de nuestra Hoja de Ruta

¿Qué queremos lograr?

Queriendo corresponder a la urgencia de formar discípulos para ser una Iglesia auténticamente evangelizadora, a partir de las luces ofrecidas por el acontecimiento y documento de Aparecida, desde el año 2015 hemos asumido como hoja de Ruta del PDER: el Itinerario formativo de los discípulos misioneros (cfr. DA 278), desarrollado en 4 pasos:

Correspondiendo a ese itinerario, nuestro PDER está dividido en cuatro pasos, no sucesivos sino integrados, cada uno con su propio enfoque y dimensión: 

  • Encuentro con Jesucristo – KERIGMA (2015-2019)
  • Seguimiento de Jesucristo – INICIACIÓN CRISTIANA (2020-2024)
  • Comunión con Jesucristo – EXPERIENCIA COMUNITARIA (2025-2029)
  • Enviados por Jesucristo – MISIÓN (2030-2034)

Tras dedicar cinco años a animar y promover el camino del encuentro con Cristo (2015-2019); y otros cinco años destinados al seguimiento de Jesús en la Iniciación cristiana (2020-2024);ahora, por otros cinco años (del 2025 al 2029), hemos dirigido, sin descuidar el encuentro con Jesucristo y la Iniciación cristiana, nuestros esfuerzos apostólicos a fortalecer la Comunión con Cristo y la experiencia comunitaria.

Ahora bien, en sinfonía y sintonía con este paso de la Comunión con Cristo, es fundamental para revitalizar la vida cristiana y fortalecer la misión de la Iglesia en el mundo y volver la mirada a las Comunidades Eclesiales Misioneras (CEM). Estas comunidades son el fermento que necesitamos para que los fieles puedan vivir el Evangelio de manera fraterna, cercana y solidaria; son luz, en medio de un mundo que promueve el descarte y el individualismo y son sal que da sabor a nuestros servicios pastorales, haciendo de la Iglesia, una comunidad de comunidades. En fin, las CEMs son un propósito continuo y un desafío prioritario que particularmente en este Quinquenio se han de consolidar. 

Según el documento de Aparecida, en el camino del Itinerario formativo de los discípulos misioneros, «no puede haber vida cristiana sino en comunidad […]; el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria» (DA n. 278). Mediante la CEM, «primer núcleo de estructuración eclesial» según el documento de Medellín (DM 15).

Esta experiencia comunitaria, propia de los discípulos misioneros, se hace posible en nuestra Iglesia particular, cuando en la propuesta del PDER, son impulsadas y promovidas como punto de encuentro entre el Evangelio y las realidades humanas más básicas; cuando se promueven como factor primordial de fraternidad y amistad social; cuando se constituyen como fruto maduro de una verdadera Iniciación Cristiana y cuando hacen posible, el camino del Pueblo de Dios, en la Iglesia, como comunidad de comunidades. Este relevancia de las CEM´s en el PDER, se hace concreta durante el Quinquenio 2025 2029 sobre la Comunión con Cristo, en el siguiente proceso que asumiremos año por año:

Gráficos: Jorge Coccco Santangello