En este día santo, la Iglesia se congrega en medio del silencio y la meditación para celebrar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. En la Catedral Metropolitana de la Sagrada Familia, de la Arquidiócesis de Bucaramanga, dicha celebración inició a las 3.00 pm, y fue presidida por su arzobispo, Monseñor Ismael Rueda Sierra, quien estuvo acompañado del Pbro. Anderson Gómez, Párroco de la Catedral de la Sagrada Familia; y el Pbro. Jairo Mauricio Silva, Vicario Parroquial; al igual que de diáconos y seminaristas.
La Liturgia de la Palabra, la Adoración de la Cruz y la Sagrada Comunión, son los tres momentos que hacen parte de esta celebración. En medio de ellos, Monseñor Ismael Rueda Sierra, nos compartió su mensaje para este día:
“La liturgia del Viernes Santo, en la Pasión y Muerte de nuestro Señor, es muy sobria, sencilla, nos pide asumir una actitud de silencio interior, de contemplación. Jesús, en la Cruz, nos invita a morir con Él, caminar con Él y así contemplar al Padre desde la obediencia y la entrega a su voluntad, que es buena y perfecta.
En este sentido, yo quiero invitarlos a que tomemos esa actitud contemplativa a la que Cristo nos llama hoy. La cruz nos lleva a esa contemplación. Muchos tenemos cerca un Crucifijo, en nuestra casa, en el trabajo, o lo llevamos en el pecho. Ahí vemos a Cristo Crucificado, quien nos reconforta frente a las dificultades, nos anima a orar unos por otros, y nos da esperanza y paz.
Jesús coronado de espinas, condenado a muerte por medio de la cruz, le da otro sentido al dolor y al sufrimiento; a través del madero de la Cruz, Cristo nos da la victoria sobre el pecado y la muerte. En el árbol de la Cruz recibimos la verdadera Vida, una Vida que da frutos y florece al servicio de los demás. Jesús ha vencido el pecado y nos abre las puertas de la esperanza, aceptando con obediencia llevar sobre sus hombros toda nuestra humanidad.
Así como Job, nosotros encontraremos en Cristo la respuesta a todo nuestro sufrimiento. Jesús en la Cruz le da el verdadero y auténtico sentido al dolor. Unidos nosotros a la Cruz de Cristo también encontramos el alivio, el consuelo y la paz frente al sufrimiento y la enfermedad.
Jesús en la cruz es el gran sacerdote de la nueva alianza; nos ha redimido y ora por todos ante el Padre. Ofrece su vida por nosotros en oblación. Esto debe ser para los creyentes fuente permanente de inspiración, de reflexión. Dios, que al contemplar nuevamente la obra de su Hijo Jesús en la Cruz, espera que algún día podamos entender el valor de este gran sacrificio. Que en medio de las luces y sombras que tiene la vida, la humanidad entera sea un solo rebaño, con un solo pastor, en torno a un mismo Padre, reconociendo a Cristo como nuestro único Salvador.
El Viernes Santo no es un momento de aflicción, sino de contemplación, porque estamos seguros de que caminamos hacia el triunfo de la Resurrección. Esto nos permite transitar en esperanza, al lado de María, nuestra Madre al pie de la Cruz.”