Con la invitación del arzobispo de Monseñor Ismael Rueda Sierra, en la noche del viernes 27 de octubre se llevó a cabo el Rosario Misionero Arquidiocesano de nuestra iglesia Particular.
Este acto mariano fue presidido por el arzobispo de Bucaramanga y contó con la participación de sacerdotes, seminaristas, movimientos apostólicos y el pueblo de Dios, quienes a pesar de la lluvia acompañaron con mucha fe y devoción este acto de piedad.
Iniciando sobre las ocho de la noche en la parroquia Nuestra Señora de Fátima ubicada en el parque de los niños, caminamos en precesión contemplando los misterios gloriosos hacía la Catedral Metropolitana de la Sagrada Familia, en donde fue entronizada la réplica certificada del lienzo de la Virgen de Guadalupe, traído de su Santuario Mexicano.
Este es un signo de cuán grande y profunda es la relación de la santísima Virgen con Cristo y con nosotros, su Iglesia. Santa María de Guadalupe, en efecto, es imagen, figura y modelo de la Iglesia: imagen en que la Iglesia contempla con gozo lo que ella, en su totalidad, espera ser; figura en que reconoce el camino y la norma para llegar a la plena unión con Cristo y modelo en que se apoya la Esposa de Cristo para cumplir su misión apostólica iluminada por María, Estrella de la Nueva evangelización y Misionera celeste del Nuevo Mundo.
Es importante recordar que, simbólicamente caminamos juntos en paz también hacia nuestro Santuario Mariano Arquidiocesano del barrio La Cumbre, en Floridablanca, sobre todo desde el 12 de octubre pasado, día en que se inició la peregrinación con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América Latina, con el icono nuestro que la representa, el mismo que fue bendecido por el santo padre Francisco el 6 de septiembre de 2017, al inicio de su viaje apostólico a Colombia, y que, después de recorrer algunas parroquias, el Seminario y monasterios, reposará en aquel Santuario, próximo a dedicarse con el rito litúrgico el 12 de diciembre de este año.
Así mismo, en esta noche oramos por las misiones, por cada uno de los continentes y cada uno de sus fieles; por quienes evangelizan y llevan la palabra de Dios, por las vocaciones para que nuestra madre del cielo interceda por nosotros y colme al mundo entero de muchas más personas que transmitan y vivan la palabra de Dios.
