La parroquia Santa María Reina de Cañaveral celebró, el lunes 22 de agosto, su fiesta patronal y dedicación del altar, en la eucaristía presidida por Monseñor Ismael Rueda Sierra, quien a su vez conmemoraba su 41 aniversario de ordenación sacerdotal.
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El señor Arzobispo de Bucaramanga durante su homilía dedicó, en primer lugar, palabras especiales a la Santísima Virgen María: “muy queridos hermanos y hermanas, todos y todas, en nuestro Señor Jesucristo, como lo hacemos cada año con mucha alegría y con mucha solemnidad nos reunimos para celebrar esta fiesta de Santa María Reina; memoria de la Iglesia Universal, pero fiesta acá en la parroquia por ser la titular. Y lo hacemos con un profundo espíritu de fe y de confianza en la Santísima Virgen María que, como sabemos, siempre nos invita a dirigir la mirada hacia su hijo Jesús para encontrarnos con él, amarlo, seguirlo y anunciarlo.
Esa es la tarea permanente de la virgen María y lo hacemos, naturalmente, de acuerdo con la mentalidad de la Iglesia al terminarse la octava de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma al cielo. Hace ocho días celebrábamos precisamente ese misterio y como he comentado ya en otra ocasión, pero es bueno recordarlo porque es de una inspiración muy grande de San Pablo VI: él nos dice en la exhortación apostólica Marialis Cultus que el misterio de María Reina es parte del misterio grande de la Asunción de la Santísima Virgen María, que por eso él ubicó el 22 de agosto (8 días después) la fiesta de María Reina para cerrar ese ciclo.
Entonces nosotros estamos con esta fiesta de María Reina prolongando y contemplando este maravilloso misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma al cielo y que está siempre intercediendo por todos nosotros como reina y como madre, de ahí entonces la alegría de esta celebración.”
En segundo lugar, Monseñor Ismael explicó la importancia de la dedicación del nuevo altar de la parroquia: “en todo templo consagrado encontramos un altar; el altar es el signo central de un templo y está significando a ese Cristo sacerdote, que a la vez es el que ofrece. En segundo lugar, él es la víctima ofrecida y en tercer lugar es sacerdote que ofrece al Padre ese sacrificio… las tres cosas al tiempo y nosotros significamos, justamente cuando consagramos un altar, esa realidad. Por eso el altar es el gran signo de esa presencia de Dios, del Señor entre nosotros, en medio de su templo y por eso en el lugar sagrado, así como se destaca el sagrario y la eucaristía donde está Jesús presente, se destaca en el centro el altar, es el signo de la presencia de Cristo hacia donde convergen todas las miradas para participar en el sacrificio de la eucaristía, el sacrificio de la misa.”
Finalmente, nuestro Padre y Pastor se refirió a sus 41 años de vida sacerdotal: “yo hoy, personalmente, quiero sentirme muy agradecido con el Señor, también ustedes bondadosamente han querido asociar esta celebración eucarística a los 41 años de mi ordenación sacerdotal y cuando uno mira los planes de Dios en la vida de uno, que corresponden a su misericordia bondadosa, pues no ve uno nada distinto que los dones de Dios y la misericordia de Dios, las gracias recibidas y siempre mira uno y piensa en la intercesión maravillosa y maternal de la Santísima Virgen María para su consagración. Y por eso yo les agradezco de corazón toda la oración que hagan por este servidor, por mi vida, por la Iglesia Arquidiocesana que el Señor me ha pedido que presida en la fe, para que podamos juntos caminar por esta travesía; el mundo de hoy no es fácil, con tantas incertidumbres, podríamos decir, con tantos desafíos tanto en la Iglesia como en la humanidad, que podamos caminar siempre confiados en el Señor, por encima de todo y confiados en esa intención de la Santísima Virgen María que nos acompaña como reina y madre de todos nosotros.”
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