La Eucaristía: Fuente de comunión, pan de vida y adoración

El pasado domingo 22 de junio, la Iglesia en Bucaramanga celebró con fe y alegría la Solemnidad del Corpus Christi, fiesta litúrgica que reconoce públicamente la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. La Santa Misa fue presidida por Monseñor Ismael Rueda Sierra, Arzobispo de Bucaramanga, quien ofreció una homilía centrada en la riqueza espiritual del Cuerpo y la Sangre del Señor.

Puede ser una imagen de 3 personasEl arzobispo propuso tres claves para comprender la profundidad del misterio eucarístico: la Eucaristía como fuente de comunión, pan para el camino y fuente de adoración. En primer lugar, recordó que al recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no se trata de un acto simbólico, sino de un verdadero encuentro sacramental que transforma el corazón del creyente y lo une íntimamente con el Señor. Esta comunión, señaló, no solo es con Dios, sino también con los hermanos, fortaleciendo los lazos de solidaridad y caridad dentro de la Iglesia.

En segundo lugar, Monseñor Rueda describió la Eucaristía como pan para el camino, haciendo alusión al viático, alimento para el alma en el peregrinaje de la vida. A partir del Evangelio de la multiplicación de los panes, explicó cómo Jesús responde a las necesidades materiales del pueblo, pero también revela que Él mismo es el Pan vivo bajad

o del cielo, el que da vida eterna. Subrayó la importancia de organizar la caridad y de alimentar el cuerpo sin olvidar nutrir el alma con el Pan eucarístico.

Finalmente, el arzobispo destacó el valor de la adoración eucarística como fuente de esperanza para los fieles y para la Iglesia entera. “Qué gesto tan especial —afirmó— cuando alguien se arrodilla en silencio frente al Santísimo; sólo Dios conoce lo que hay en ese corazón”. También resaltó el papel de las nuevas generaciones en el renacer del amor eucarístico, haciendo mención del Beato Carlo Acutis y del movimiento “Cara a Cara”, donde jóvenes se reúnen para adorar al Señor con cantos y oración ante el Santísimo.

La celebración culminó con una invitación a vivir la fe con confianza y esperanza, reconociendo en la Eucaristía la presencia viva de Cristo que acompaña a su pueblo. Monseñor Rueda concluyó encomendando esta experiencia de fe al amor maternal de la Virgen María, quien llevó en su seno el mismo Cuerpo que adoramos en el altar, pidiendo que ella enseñe a la Iglesia a caminar con Cristo, alimentándose cada día del pan terreno, pero sobre todo, del pan de vida eterna.

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