Parroquia San Juan Eudes

PARROQUIA San Juan Eudes
DIRECCIÓN Carrera 35 No. 14-46
TELEFONO 6351119 CELULAR  
E-MAIL [email protected]
PÁRROCO José Antonio Del Vecchio
VICARIO PARROQUIAL Rafael Niño Peña
VICARIO PARROQUIAL Gabriel Humberto lópez Alvarez
HORARIO DE EUCARISTÍAS

Lunes a Sábado: 5:00 p.m.   y  6:00 p.m.

Domingo: 8:00 a.m.,  11:00 a.m.,  5:00 p.m. y 7:00 p.m.

Festivos: 6:00 p.m.

 

HORARIO DESPACHO PARROQUIAL:

Lunes a viernes  8:00 a.m. – 12:00 m. /  2:00 p.m- 6:00 p.m.

Sábados: 2:00 p.m. – 6:00 p.m.

NUESTRA HISTORIA

Corría el año de 1980, en el barrio Los Pinos, Nororiente de Bucaramanga, lleno de naturaleza y habitado por familias sencillas, caracterizados por la unión y solidaridad, cuando sucedió un acontecimiento que cambiaría totalmente la vida de esta comunidad, la llegada de la Congregación de Jesús y María, más conocidos como Padres Eudistas, a la ciudad y específicamente a este Barrio, que había solicitado en numerosas ocasiones, la creación de una parroquia, por cuanto solamente contaban para las celebraciones religiosas, con la Capilla de la antigua Reclusión del Buen Pastor, así como la Casa de Ejercicios de Villa Asunción, aunque por jurisdicción eclesiástica, pertenecía a la parroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá .

El primer sacerdote, fue el nunca olvidado y gratamente recordado Padre Maximiliano Aceros, quién jocosamente comentaba, que hasta le había tocado barrer, en ausencia de personal que lo ayudase.

El entonces Arzobispo de Bucaramanga, Monseñor Héctor Rueda Hernández, ofreció la ocasión para erigir una parroquia en el barrio Los Pinos, firmando el decreto de erección el 3 de diciembre de 1980, nombrando como primer párroco al Padre Samuel González Antolinez,   la primera misa y muchas de las siguientes, así como las celebraciones navideñas de ese año, se celebraron debajo de un frondoso árbol, en la calle 12 con carrera 35, lugar que ahora ocupan algunas de las Quintas, la idea inicial era que el templo parroquial se construyera, en ese lote, por supuesto, si la generosidad de la Cooperativa, que construyo la mayor parte de las viviendas o de su dueño, lo hacia posible, porque la Parroquia de San Juan Eudes, como muchas de las que de nuestra ciudad, inicio sin tener ni siquiera un terreno, donde construirse.

Poco tiempo después el padre Samuel, fue sustituido por el Padre Álvaro Botero, entre estas dos administraciones, con el apoyo de los padres Eudistas, la comunidad conformó un Comité Cívico pro-construcción del templo parroquial y casa cural. Aproximadamente entrando el año 1983, regresa nuevamente como párroco, el padre Samuel González, quien con verdadero entusiasmo y muy buen asesoramiento emprendió esta magna tarea, se iniciaron, entonces con los residentes de ese entonces, diversas actividades, todas encaminadas a lograr la consecución de los fondos necesarios para que el sueño de los feligreses, se hiciera realidad.

Mientras tanto, la comunidad parroquial, gracias a la generosidad de las hermanas Bethlemitas asistía a la mayoría de las celebraciones litúrgicas dominicales, semana santa, sacramentos y hasta las novenas de aguinaldo, en las Convento ubicado la terminar la Calle 12, al igual que en la Capilla de Villa Asunción administrada por las hermanas Esclavas de Cristo Rey, y en la Capilla del Buen Pastor, un poco más alejada, enfrente de la factoría de Postobón. Sin embargo esto no fue óbice, para que la comunidad celebrara todos los acontecimientos eclesiales, con todas las de la ley, eran todas una verdadera fiesta; las novenas navideñas se realizaron durante muchos años por las calles de la parroquia, con pesebre en vivo, conformado por los niños del barrio, quienes hoy adultos recuerdan con nostalgia estos eventos, las familias se integraban y estas festividades formaron parte durante muchos años del quehacer del barrio, igual sucedía con las celebraciones de Semana Santa, las procesiones de Corpus Christi, y por supuesto la fiesta de San Juan Eudes, que era celebrada con toda la solemnidad, el crecimiento espiritual de la comunidad era patente y obra del excelente pastoreo de los padres Samuel González, Jesús María Gaviria y Maximiliano Aceros.

Una de las anécdotas más recordadas por los habitantes de esa época, era el sitio en el cual se encontraban las campanas, enfrente de lo que hoy es el Edificio Quinta Adriana, por cuanto el padre Jesús María Gaviria, las tocaba en forma permanente, conforme lo indicaban los cánones, para avisar de las celebraciones eucarísticas,  cuentan que uno de los vecinos, cuando le fueron ofrecidas boletas destinadas para recoger fondos, dijo “ con tal que se lleven esas campanas, les compro el talonario completo”, Otros que gozaban de las famosas campanas, eran los niños y adolescentes, quienes a altas horas de la noche se daban a la tareíta de hacerlas sonar, especialmente en época navideña, con lo una que otra santa mujer de ese entonces, se levanto a la misa de aguinaldo, en las primeras horas de la madrugada, al oír el toque respectivo.

Hacia el año 1985, el padre Samuel González,  fue destinado a otra ciudad y en su reemplazo, nombrado como párroco, el padre Jesús María Gaviria, sacerdote muy querido por los sectores de Diviso, Vegas, Morrorico y las Veredas, debido a su labor abnegada y silenciosa en estas comunidades, dueño de un gran vozarrón, excelente predicador, siempre con su sotana negra, recorría a pie todos estos sectores desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche, seguido por una multitud de niñitos, con lo cual se ganó el apodo del Curita de San Tropel, novela que en esos tiempos estaba de moda, el padre Jesús María siempre será recordado, por la excelente labor social y espiritual a favor de estos sectores, en los cuales sembró semillas que más tarde darían buenos frutos para la comunidad parroquial, en su administración se fortaleció el Comité Cívico ya existente, con nuevos integrantes, provenientes la mayor parte de ellos de las primeras tres Quintas construidas en la calle 12, quienes unidos con los antiguos miembros, se dieron a la maratónica tarea que en un año, habría templo en el barrio, para tal efecto, se programaron bazares, bingos, desfiles de modas, ventas de empanadas, plan padrino y la actividad central, la rifa de un carro para el mes de marzo, que como en el cuento de marras, se lo ganó San Juan Eudes,  quedando el producido y el valor del carro libre para iniciar la construcción del templo, estos dineros unidos a los logrados en las otras actividades y a los que el 1º Comité tenia en sus arcas, fueron la base para dar por iniciados los trabajos. Culminaba un proceso de casi 10 años, de trabajo para lograr el objetivo deseado, por cuanto el 23 de julio de 1987, la Congregación Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, vende por $ 1.000.000.oo, el terreno a la Arquidiócesis de Bucaramanga.

Al padre Jesús María, lo reemplazo en el segundo semestre de 1988, el padre Jairo de Jesús Tobón Roldán, al igual que los otros sacerdotes, de gran espiritualidad, excelente predicador y con fama de tener un geniecito, por lo cual el mismo comento a la comunidad, era conocido, con el remoquete de Chispitas, y con este nombre fue conocido por propios y extraños, el recién desempacado párroco, tomo por lo cachos la tarea de la construcción, recibió la ayuda de ADVENIAT, que había dejado tramitada su antecesor, se escogió como Contratista de una lista de excelentes profesionales, que presentaron propuesta, al doctor Alfonso González Antolinez, hermano del padre Samuel González, dada su experiencia en la construcción de templos, quien hizo milagros con la cuña, entregada, igual hubo que sortear numerosos obstáculos, entre ellos el terreno poco apto para el objeto, la falta de permiso para abrir la carrera 35 de las calles 14 a 15, por parte del dueño de los terrenos, debiendo apelar como siempre en este país a las consabidas palancas, el entonces alcalde de Bucaramanga, firmo la autorización a las ultimas horas de la tarde y con la invaluable colaboración del Batallón de Ingenieros Caldas, se realizó el trabajo en las horas de la noche y la madrugada, aprovechando el factor sorpresa.

Las obras se iniciaron en el mes de Enero de 1989, el párroco que parecía tener un poco de Ingeniero en su corazón, durante todo el tiempo de la construcción aproximadamente 11 meses, fue el primero y principal ayudante, desde las primeras horas de la mañana hasta la tarde, se desplazaba al terreno, cual capataz, a verificar el cumplimiento del contrato, indicar los cambios que consideraba convenientes tanto en el templo, como en la casa cural, es de recordar igualmente la ayuda logística que en diversos momentos fue prestada por nuestros vecinos el Ejercito Nacional, a través del Batallón de Ingenieros Caldas.

Por fin en el mes de diciembre de 1989, específicamente para el cumpleaños de la parroquia, celebramos la eucaristía en el nuevo templo, aun sin colocar los pisos, en cemento, y allí fueron por primera vez, celebradas las misas de aguinaldo y demás eventos decembrinos. No sobra recordar que en esos tiempos, las novenas eran realizadas en las horas de la noche, cada día en un sector de los Pinos previamente acordado, así como en el Diviso, con los niños vestidos de pastores, el pesebre en vivo y de ellas participaban chicos y grandes, logrando la integración de toda la comunidad parroquial.

Al padre Jairo lo acompañaron en su labor el Padre Maximiliano Aceros y el Padre  Justino Mora, temporalmente, el Padre Gustavo Arroyave, el padre Miguel Ángel Cerón y otros sacerdotes, que venían a acompañar siempre a la comunidad como nuestro actual vicario el padre Luis Eduardo Trujillo, todos contribuyeron con el crecimiento espiritual de la comunidad, el Padre Tobón, estuvo cinco años, en su primera administración, y dejó gratos recuerdos no solo entre los feligreses de la parroquia, sino entre la comunidad arquidiocesanas de Bucaramanga, que aún lo recuerda con cariño.

En el año de 1994 fue designado como párroco el padre Vicente Duque, recordado por muchos por su gentileza, don de gentes, gracia, ímpetu para la creación de todas las pastorales, políglota y por su carisma con los niños, con el se inicia fuertemente en la parroquia el trabajo laical, se programaron misiones, retiros, seminarios de vida espiritual, grupos de oración y un sin numero de actividades para que la  parroquia, creciera espiritualmente y se fortaleciera en su vida comunitaria, ídem fue la comunión que se vivió con la arquidiócesis de Bucaramanga, en todos los eventos programados,  de igual forma y con la llegada de un sacerdote jovencito, recién desempacado del seminario, que fue muy querido y sigue siendo recordado, el padre Alexander Montenegro, se inicia la pastoral juvenil y la infantil en la parroquia; además del padre Alexander, acompañaron al párroco el padre Alberto Calderón y como siempre la institución perenne de la parroquia, el querido padre Maxilimiano Aceros, a quien debemos los feligreses excelentes reflexiones y buenos consejos para la vida práctica.

El padre Vicente partió para México, a continuar su labor pastoral, y en tiempo de transición regreso el padre Jairo Tobón, quien estuvo esta vez muy poco tiempo, dado que sus quebrantos de salud, lo obligaron a retirarse antes de lo previsto.

Para los días de pascua de resurrección del año 1999, arribo el nuevo párroco, el padre Modesto Carlos Cervantes Mejía y con él nuevos vientos llegaron a la Comunidad Parroquial, como buen costeño, de espíritu alegre, descomplicado, abierto a los cambios y con alma de arquitecto y decorador, por cuanto embelleció el templo con diferentes arreglos, que lo hacen hoy uno de los más hermosos de la ciudad,  es de recordar la fiesta de san Juan Eudes, de ese año,  en la cual se hizo una semana cultural-espiritual con participación de afamados grupos corales de la ciudad, así como excelentes conferencistas en diversos temas, concluyendo con un compartir en el atrio de la parroquia, el cual incluyó comida y bailecito, que fue el inicio de diversas fiestas que la comunidad celebró en este espacio, durante los 8 años que permaneció el párroco en el gobierno de la parroquia.

Al padre Modesto le correspondió iniciar el trabajo del Plan Diocesano de Renovación y Evangelización de la Arquidiócesis de Bucaramanga, con sus asambleas familiares, centros de misión, agentes de pastoral y demás, de igual forma se inicio en el contexto de este plan, el trabajo de Parejas, inicialmente en compañía del Padre Alexander Montenegro y posteriormente con ayuda de la Delegación de pastoral familiar y de algunas parejitas del barrio, comprometidas en este apostolado.

Durante su gobierno, le correspondió al Padre Modesto, celebrar dos acontecimientos especiales en la vida parroquial, los 20 y 25 años de la Parroquia, y en su vida ministerial celebró con sus feligreses las mismas fechas, especialmente sus bodas de plata sacerdotales, ambos acontecimientos parroquiales y ministeriales, enmarcados como siempre con la participación activa de la comunidad.  En su administración se realizaron diversas actividades a favor de los sectores menos favorecidos de la parroquia, así como eventos de índole espiritual para crecimiento de los feligreses.

Al padre Modesto, lo acompañaron, el querido padre Maximiliano Aceros, hasta su deceso, el padre Luis Eduardo Trujillo y el padre Alexander Montenegro

El año 2007, se inicio con la noticia del cambio de párroco, la comunidad con mucha tristeza, vio partir a quien había sido su guía espiritual  durante 8 años, pero también con la expectativa del nuevo designado, el Padre Jorge Alí García Carrillo, su llegada revolucionó la vida parroquial, en muchos aspectos, especialmente por el fortalecimiento de los grupos de pastoral, la formación de los grupos juvenil e infantil, la vinculación de numerosos laicos al trabajo en las pastorales y grupos apostólicos y el reto de asumir en la Parroquia, el proceso de catequesis, que durante casi 40 años, fue llevado por la novicias Betlehemitas. En estos años se programaron en la vida parroquial, Jornadas de retiros, misión en los sectores, peregrinaciones, vigilias de oración y alabanza, procesiones, celebraciones marianas y especialmente la integración sectorial en fechas importantes como la fiesta de San Juan Eudes, Semana Santa y Navidad. De otra parte, se articulo el trabajo parroquial con el PDER y demás actividades programadas por la Arquidiócesis de Bucaramanga.

Durante los casi tres años de su permanencia, acompañaron al Padre Jorge Alí, como Vicario el padre Luís Eduardo Trujillo, así como un sacerdote diocesano, muy querido por la comunidad, gran predicador y buen amigo, el padre Luís Jesús Huertas, para el año 2009, también se contó con la compañía del seminarista John Henry Barbosa, de quien se destaca su alegría como buen costeño, el fortalecimiento del grupo huellas de vida y la creación de los grupos de oración en Morrorico, Vegas y Pedregal, los cuales aun permanecen. En los meses finales del año 2009, con la valiosa ayuda de la comunidad y donantes, se remodelo la fachada del templo y se adquirió la sede en mármol, para embellecer nuestro templo parroquial.

Para enero de 2010, se recibió la noticia de la llegada de un nuevo párroco, el Padre Carlos Alberto Álvarez Roldan y de un sacerdote, que apoyaría la labor pastoral, el padre Rafael Niño Peña. Durante este año 2010, la comunidad parroquial, bajo la dirección espiritual de este gran equipo sacerdotal, ha crecido en espiritualidad y conocimiento de la palabra, proyectándose, como una parroquia orante, evangelizadora, generosa en su compartir y con espiritualidad de comunión, se destaca asimismo la comunión permanente con la arquidiócesis y el PDER, lo que ha permitido crecer aún mas a los Ministerios y grupos apostólicos, así como prepararnos para ser una parroquia Eudista modelo, organizada y dando fiel cumplimiento a su visión  de ser “DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO, PARA FORMARLO EN EL CORAZÓN DE NUESTROS HERMANOS”.

Actualmente sigue de sacerdote en esta iglesia Carlos Alberto Álvarez Roldan.

Durante estos 30 años, la comunidad parroquial se ha visto bendecida por  la guía espiritual de la Congregación de Jesús y María, a través de los diferentes sacerdotes, que bien como párrocos, vicarios o acompañantes, cada uno con su carisma propio y sus dones puestos al servicio comunitario, han realizado su labor pastoral, en beneficio de los feligreses, fortaleciéndolos, guiándolos y ayudándolos, siempre en su vida personal y espiritual, podemos decir sin temor a equivocarnos, que ellos han reunido las cualidades en su vida pastoral, que para San Juan Eudes, en su libro «Memorial de la Vida Eclesiástica, debe tener un sacerdote para ser un PASTOR SEGÚN EL CORAZÓN DE DIOS.

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