En el marco de la fiesta patronal de la Parroquia San Pablo Apóstol, y en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, la comunidad parroquial celebró con solemnidad la Santa Eucaristía, presidida por Monseñor Ismael Rueda Sierra, Arzobispo de Bucaramanga. Esta celebración coincidió también con la jornada del Óbolo de San Pedro, motivo por el cual el prelado invitó a orar y a expresar comunión y solidaridad con el Papa y su misión caritativa.
Durante su homilía, Monseñor Rueda destacó el testimonio de Pedro y Pablo, columnas fundamentales de la Iglesia, y subrayó la vigencia de sus vidas en los desafíos actuales. Agradeció al Señor por permitir este encuentro eucarístico y animó a aprender de la entrega de estos apóstoles al Evangelio y a la misión.
Al referirse a Pedro, recordó el relato de los Hechos de los Apóstoles en el que se narra su encarcelamiento y posterior liberación milagrosa por intervención divina. Este acontecimiento subraya la fuerza de la oración comunitaria y la confianza absoluta en Dios, incluso en medio de pruebas. Animó a los fieles a orar por el Papa León XIV, actual sucesor de Pedro, y a manifestar la comunión con él a través del Óbolo de San Pedro, que respalda obras de caridad impulsadas por la Santa Sede.
En su reflexión sobre el Evangelio, Monseñor resaltó la confesión de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, afirmación inspirada por el Padre y fundamento de la fe cristiana. En este contexto, exhortó a los presentes a preguntarse con sinceridad quién es Jesús para cada uno hoy, especialmente en medio de una sociedad marcada por múltiples visiones y confusiones sobre la figura de Cristo.
Sobre San Pablo, destacó su conversión radical y su ardor misionero. De perseguidor pasó a ser predicador incansable del Evangelio entre los gentiles. Subrayó que Pablo, tras ser catequizado por Bernabé, emprendió una vida de misión, fundando comunidades cristianas, organizando sus estructuras y acompañándolas a través de sus cartas, que hoy siguen iluminando la vida de la Iglesia.
El Arzobispo recordó que todos los bautizados están llamados a una “salida misionera”, a ser testigos del Evangelio en cada ambiente, desde el trabajo cotidiano hasta la vida familiar. Recalcó la importancia de vivir la fe en comunidad y de asumir con seriedad los procesos de iniciación cristiana: bautismo, confirmación y Eucaristía, para discernir con madurez la vocación personal.
La homilía concluyó con la memoria del martirio de Pedro y Pablo en Roma, quienes entregaron su vida por Cristo. Monseñor Rueda invitó a seguir su ejemplo con esperanza y fidelidad, siendo discípulos misioneros valientes, sostenidos por la intercesión de la Virgen María, madre de la Iglesia. Con alegría, llamó a ser portadores del Evangelio en medio del mundo, como verdaderos peregrinos de esperanza.