Una Iglesia que sirve desde el amor. Así se vivió el Jueves Santo en la Catedral de la Sagrada Familia de Bucaramanga

Con el corazón lleno de gratitud y recogimiento, la Arquidiócesis de Bucaramanga celebró el Jueves Santo, primer día del Triduo Pascual, en la Catedral de la Sagrada Familia. La Misa Vespertina de la Cena del Señor fue presidida por Monseñor Ismael Rueda Sierra, Arzobispo de Bucaramanga, quien ofreció una profunda reflexión sobre los pilares fundamentales de este día: la institución de la Eucaristía, del sacerdocio ministerial y el mandamiento nuevo del amor.

Monseñor Ismael destacó que la celebración del Jueves Santo no es un simple recuerdo, sino una “memoria viva” de tres dones centrales para la vida cristiana:

  • La Eucaristía, “fuente y culmen” de la vida de la Iglesia, que alimenta a los creyentes y los envía a compartir la fe con alegría.
  • El sacerdocio ministerial, por el cual los ministros sagrados están llamados a configurarse con Cristo y a vivir su vocación desde el servicio.
  • El mandamiento del amor fraterno, ejemplificado en el gesto del lavatorio de los pies, que invita a los discípulos de Jesús a vivir una espiritualidad de la humildad y el servicio.

 

Durante su homilía, Monseñor Rueda Sierra recordó que el centro del mensaje cristiano no es solo amar, sino amar como Cristo nos ha amado. Ese amor, explicó, implica bajar al nivel del otro, como hizo Jesús al lavar los pies a sus discípulos. Es un amor que se traduce en obras, que construye comunidad y que interpela a cada creyente a salir de sí mismo para servir con compasión.

“Este amor de Jesús no es un simple sentimiento”, expresó el Arzobispo, “es un dinamismo, una fuerza que mueve al creyente a servir y a construir el Reino de Dios con actitudes concretas de fraternidad, cercanía y entrega”.

En el contexto de una Iglesia sinodal, Monseñor invitó a todos los fieles, especialmente a los ministros ordenados, a ser signos visibles de ese amor que sirve. “Hoy más que nunca necesitamos comunidades que se transformen en cenáculos de fraternidad, donde el servicio no sea una carga, sino la expresión más auténtica del Evangelio”.

La celebración concluyó con el traslado solemne del Santísimo Sacramento al monumento, en un ambiente de adoración y silencio, invitando a la comunidad a permanecer en oración junto al Señor, acompañándolo en su Pasión.

Entradas relacionadas

Deja tu comentario