Monseñor Ismael Rueda Sierra, Arzobispo de Bucaramanga, presidió la celebración del Domingo de Ramos este 13 de abril de 2025, marcando con profundidad el inicio de la Semana Santa, a la que llamó “una puerta de entrada” para vivir intensamente el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Desde el inicio de la liturgia, Monseñor destacó la riqueza de los gestos y signos, así como la solemnidad de la Palabra proclamada, que invitan a contemplar y actualizar el corazón para vivir este tiempo con fe profunda y renovada.
Uno de los mensajes centrales de la homilía fue la humildad de Jesús. Recordó que el Señor, siendo Dios, eligió el camino de la humildad, haciéndose pequeño, sin alardes, montando un sencillo borrico y siendo aclamado por los sencillos que lo seguían. “No pidió un caballo del ejército romano, sino un borrico sencillo”, señaló Monseñor, subrayando que esa actitud es una lección para todos: Dios se muestra en lo pequeño y humilde.
La sencillez y la obediencia fueron también enfatizadas como signos de esperanza y camino para reorganizar la vida. Frente al pecado de la soberbia, tan presente desde el paraíso, Monseñor invitó a todos a contemplar a Jesús como modelo de entrega y humildad. “El Señor nos invita a que, mirándolo a Él, podamos organizar toda nuestra vida como camino de esperanza”.
Al reflexionar sobre la Pasión según san Lucas, resaltó la paciencia de Jesús, su conocimiento profundo de lo que ocurría y su decisión libre de entregar su vida por la humanidad, aún en medio de la traición, el abandono y la injusticia. “Él sabía la suerte que le esperaba, y aún así, lo asumió con total entrega”.
Cerrando su mensaje, Monseñor Rueda hizo un llamado a vivir estos días como una peregrinación espiritual, preguntándonos ante cada circunstancia de la vida: “¿Qué hubiese hecho Jesús?”. De este modo, animó a todos los fieles a acompañar a Cristo en su pasión con un corazón dispuesto, abiertos a la gracia del Jubileo y con la esperanza de un futuro más cercano a Dios.
“Con la presencia amorosa de la Santísima Virgen María”, concluyó, “caminamos juntos hacia la Pascua, deseando que este tiempo nos transforme como personas, como Iglesia y como humanidad”.