El Buen Pastor y el llamado a la vocación: Homilía de Monseñor Ismael Rueda Sierra

Este domingo 11 de mayo, en la celebración del Cuarto Domingo de Pascua, la Iglesia conmemoró el Día del Buen Pastor y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, una ocasión especial para reflexionar sobre el llamado de Dios a todos sus hijos. En una emotiva homilía, el arzobispo de Bucaramanga, Monseñor Ismael Rueda Sierra, dirigió un profundo mensaje a la comunidad católica, uniendo dos celebraciones llenas de sentido: la vocación pastoral de Cristo y la misión amorosa de las madres.

Al iniciar su mensaje, Monseñor expresó una cálida felicitación a todas las madres en su día, agradeciendo su labor abnegada y generosa: “Las tenemos en el corazón y en nuestra oración, y en la gratitud profunda que todos como hijos sentimos por ustedes”. Extendió también su oración a aquellas madres que ya han partido a la eternidad.

La homilía se centró en la figura de Jesucristo como el Buen Pastor, un modelo de entrega, guía y amor incondicional. Recordando el Evangelio de San Juan, capítulo 10, Monseñor subrayó cómo Jesús no se limita a parecer un pastor, sino que declara con claridad: “Yo soy el Buen Pastor”. Esta afirmación revela una identidad profunda, que define la forma en que Cristo se relaciona con cada uno de nosotros: con cuidado, conocimiento personal y voz inconfundible.

“El Buen Pastor conoce a sus ovejas por su nombre y ellas conocen su voz”, destacó Monseñor Rueda, explicando que esta relación íntima implica una confianza total en Aquel que guía nuestras vidas. “Nos habla con palabras, pero también con gestos y signos”, añadió, haciendo énfasis en la forma en que Jesús alimenta, fortalece, orienta y acompaña.

En su reflexión, explicó también cómo el Buen Pastor conduce a sus ovejas hacia buenos pastos y aguas tranquilas: “El Señor nos lleva al mejor alimento, que es Él mismo, el Pan de Vida”. Y resaltó la sed profunda del corazón humano, que sólo se sacia plenamente en Dios: “El sentido de la vida, la alegría verdadera, se encuentran en Él”.

Monseñor hizo alusión al Papa Francisco, recordando una enseñanza suya sobre el pastor auténtico: aquel que camina delante del rebaño para guiar, en medio para conocer su realidad y detrás para que nadie se quede rezagado. Esta imagen, dijo, refleja la ternura y el compromiso pastoral que Jesús tiene con cada persona.

Finalmente, el arzobispo hizo un llamado fervoroso a orar por todas las vocaciones dentro de la Iglesia: sacerdotales, religiosas, laicales y familiares. “El Señor nos ha llamado a todos”, afirmó, destacando que la vocación es una invitación divina a seguir al Buen Pastor, a responder con fidelidad al plan de amor de Dios en cada estado de vida.

Con palabras cargadas de fe, Monseñor Rueda Sierra concluyó recordando que Cristo no es indiferente ante ninguna de sus ovejas: “Nos conoce, nos cuida, nos guía, y si alguna se pierde, Él la busca con amor”. En este día especial, su homilía fue un recordatorio del amor cercano y tierno de Dios, que sigue llamando a cada uno por su nombre, esperando nuestra respuesta generosa.

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