Así se vivió nuevamente la Semana Santa en la Arquidiócesis de Bucaramanga

La Semana Santa es un tiempo especial en el que se conmemora la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. A pesar de haber estado dos años en pandemia por Covid-19, se regresó para disfrutar de diferentes actividades de forma presencial, por lo cual se vivió la Semana Mayor junto a la Arquidiócesis de Bucaramanga.

Así pues, previo al inicio de la Semana Santa, se llevó a cabo el Vía Crucis Arquidiocesano, que quiere decir ‘‘camino’’, y se refiere al camino que recorrió Cristo durante su pasión, antes de llegar a la Cruz. Estas acciones nos recuerdan la importancia de la devoción y nuestra feligresía, junto a la peregrinación de los feligreses unidos y la meditación de cada una de las 14 estaciones del Vía Crucis de nuestro Señor Jesucristo. El recorrido comenzó en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima y finalizó en la Catedral de la Sagrada Familia, con una multitudinaria participación.

Luego, el 10 de abril, en Domingo de Ramos, cientos de personas se reunieron para hacer parte de la bendición de sus ramos en el atrio de la Catedral de la Sagrada Familia. Este día es para recordar y conmemorar la llegada triunfal de Jesús a Jerusalén. En esta ocasión hicieron presencia el Pbro. Anderson Gómez González, Párroco de la Catedral Metropolitana de la Sagrada Familia, y el Pbro. Neider Pinilla Campos. Así mismo, la celebración fue presidida por Monseñor Ismael Rueda Sierra, Arzobispo de Bucaramanga.

Al siguiente día, en Lunes Santo, hubo Eucaristía a las 6:10 de la mañana. Posteriormente, a las ocho, se realizó la visita a los enfermos, y a las nueve de la mañana se llevó a cabo la Pascua infantil y, nuevamente, se vivió una Eucaristía a las doce del día. En la tarde, el turno fue para los jóvenes quienes hicieron parte de la Pascua Juvenil a las cuatro de la tarde. Este día finalizó con un Santo Rosario a las cinco y media de la tarde, como plegaria por los difuntos, a aquellos que ya no están con nosotros y se encuentran descansando en la paz del Señor.

Por otra parte, el 14 de abril se celebró el Jueves Santo, donde a las tres de la tarde tuvo lugar la Eucaristía Vespertina de la Cena del Señor en la Catedral de la Sagrada Familia, presidida por Monseñor Ismael Rueda Sierra. En este día, el señor Arzobispo nos recordó que la Eucaristía es un sacramento pascual por excelencia y que, además, nos permite vivir el paso de la muerte a la vida, gracias a la entrega que hizo Cristo por amor a nosotros. Así mismo, se celebra el final de la Cuaresma y se da inicio al Triduo Pascual.

El 15 de abril se vivió el Viernes Santo, es por esto que a las tres de la tarde se celebró la Pasión del Señor en la Catedral de la Sagrada Familia y, posteriormente, a las cinco se realizó el Sermón de las Siete Palabras en la Plazoleta Luis Carlos Galán para, finalmente, llegar de la procesión con el Santo Sepulcro a la Catedral sobre las siete de la noche. En este día, Monseñor Ismael Rueda hizo énfasis en que como Iglesia todos estamos invitados a contemplar la Cruz de Cristo, pero no como un madero aislado, porque esta no se puede separar de quien fue crucificado en ella, además recalcó el acto de amor más grande que hizo Jesucristo por amor a nosotros.

En Sábado Santo, 16 de abril, se llevó a cabo la Vigilia Pascual en la Noche Santa en la Catedral de la Sagrada Familia, con la introducción del lucernario, como símbolo de la luz de Cristo, donde decenas de feligreses participaron con cirios, velas y veladoras, con el fin de celebrar que Cristo ha resucitado. Así mismo, el Monseñor Ismael Rueda expone que no nos debemos dejar robar la alegría y la esperanza en Cristo Resucitado.

Finalmente, el 17 de abril se vivió el Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua, donde a las diez de la mañana se realizó la Solemne Eucaristía de Resurrección en la Catedral de la Sagrada Familia. Es por esto que la Semana Santa debe ser un espacio para pensar, reflexionar, meditar y evaluar nuestro actuar día tras día; si estamos haciendo lo correcto ante los ojos de Cristo y si estamos viviendo según el Evangelio. Por lo cual es importante tener presente la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, ayudar a quien más lo necesite, visitar enfermos, darle consejos a quienes lo necesiten, llenarnos de empatía y comprensión para con nuestros hermanos y hermanas, y siempre predicar el amor, amor que Jesús demostró por nosotros en la cruz. Vivamos por él y para él.

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